martes, 30 de noviembre de 2010

Ejercicios navideños: la carta a Los Reyes y los Propósitos para el Año Nuevo.

Da igual la religión que profesemos – si es que lo hacemos -. Estas próximas fechas va a ser difícil, por no decir imposible sustraerse a "la magia", a menos que apaguemos la radio, el televisor, que no leamos los periódicos, que no coincidamos con compañeros de trabajo, de estudio, o de gimnasio...

La psicología estudia desde hace tiempo el efecto de estas fechas que parecen amplificar la soledad cuando se siente, el dolor de las pérdidas habidas durante el año y la ansiedad por el “fin de ciclo” que impone el calendario.

Proponemos dos ejercicios muy navideños:

La carta a los Reyes.

Pensad en la niñez, en los deseos. No nos referimos a – que me toque la lotería –, sino a esos deseos más inocentes, más cándidos y cercanos. Hay que aproximarse a los deseos con el espíritu que ponen los niños que aún redactan la carta. Comenzad sin pudor con un “Queridos Reyes Magos” – o Querido Papá Noel, aquí no somos partidistas-. Imaginad que correteáis por casa, que volvéis a ser niños, que lleváis un pijama con ositos, y escribid. Contadle a los Reyes si habéis sido buenos, y si habéis sido malos, también.

Los propósitos para el Año Nuevo.

¿Hace falta más explicación? Pues sí. Se ha estudiado muy bien que los propósitos que se redactan son más proclives a ser cumplidos, que los concretos se llevan a cabo mucho más a menudo que los abstractos, que los realistas se intentan más que los que no lo son. Midamos nuestras fuerzas y redactemos nuestros propósitos.

- Ponedlos por escrito. No os preocupéis del orden hasta que no los tengáis todos redactados.

- Que primen los propósitos “de realización” y que sean realistas. Es mejor proponerse ir al gimnasio dos días a la semana que pretender adelgazar diez kilos en dos meses.

- Sed concretos. Mejor si escribimos: voy a ir al gimnasio los lunes y a escribir los martes y los miércoles, que no ponerse día.

- Los objetivos concretos, cuando sean grandes o complicados, divididlos en metas más pequeñas: divide y vencerás.

Ánimo.

domingo, 14 de noviembre de 2010

Bienvenidos de nuevo. No sé si la apertura será temporal, pero propongo estos ejercicios. Si alguien se anima, puede enviarme (si quiere) su producción a
jmicordova@googlemail.com.
Los textos recibidos serán, con permiso de los remitentes y siempre evitando identificaciones, utilizados para estudiar una próxima iniciativa de publicación, reelaboración de los ejercicios y posibles talleres on - line.

ESCRIBIR.
Si tienes ya el gusanillo de la escritura dentro, sabrás que a veces se siente en una forma un tanto ansiosa, como las ganas de hacer deporte, por ejemplo. Hace unos años, la camiseta de la carrera de San Silvestre exhibía un eslogan que decía:
¿Cuándo te duele más, cuando corres o cuando no corres?
Y a mí me pasa un poco con esto de escribir: yo me pregunto.
¿Cuándo te duele más, cuando escribes o cuando no escribes?
Pero también es un hábito, así que puede perderse y adquirirse…
El primer planteamiento que se debe hacer uno respecto a escribir, es si de verdad quiere o necesita hacerlo. Hay quien quiere pero no lo necesita, hay quien lo necesita y no quiere. Todas las combinaciones son posibles. Por eso comenzamos abordando dos posibilidades: la escritura terapéutica y la escritura creativa. Son dos campos diferentes sobre un mismo soporte.
Así que hay una primera pregunta que formularse:
¿Quiero escribir?
Y también deberíamos contestar a:
¿Necesito escribir?
Aunque a lo mejor ya has respondido a esas preguntas, a lo mejor escribes desde hace tiempo, es posible que aún no lo tengas claro. Por eso vamos a hablar de la escritura creativa, que necesita sin duda de un impulso creativo, que podemos no tener, o tener dormido incluso, y de la escritura terapéutica, que enlaza con la creativa pero que tiene una utilidad más directa para cada uno de nosotros.
Si vamos a empezar a escribir, un buen comienzo es saber por qué voy a escribir –aunque no es el único comienzo – Hay muchísimos autores que en algún momento, bien por haber sido entrevistados, bien porque han querido hacer un pequeño autoanálisis, han escrito sus razones para escribir. Por ejemplo Pamuk, un reciente premio Nobel, decía que:
"Como ustedes saben, la pregunta que se nos hace a nosotros los escritores, la pregunta predilecta, es ¿Por qué escribe? Yo escribo porque tengo la innata necesidad de escribir. Escribo porque no puedo hacer un trabajo normal como otras personas. Escribo porque quiero leer libros como los que escribo. Escribo porque estoy enojado con todos ustedes, enojado con todo el mundo. Escribo porque amo sentarme a escribir en un cuarto, todo el día. Escribo porque sólo puedo tomar parte de la vida real cambiándola. Escribo porque quiero que todos los demás, todos nosotros, el mundo entero, sepan qué clase de vida vivíamos y todavía seguimos viviendo en Estambul, en Turquía. Escribo porque amo el olor del papel, de la lapicera, de la tinta. Escribo porque, más que en cualquier otra cosa, creo en la literatura, en el arte de la novela. Escribo porque es un vicio, una pasión. Escribo porque tengo miedo de ser olvidado. Escribo porque me gusta la gloria y el provecho que conlleva el escribir. Escribo para estar solo. Escribo, tal vez, porque tengo la esperanza de entender por qué estoy tan, pero tan enojado con todos ustedes, tan, pero tan enojado con todo el mundo. Escribo porque me gusta que me lean. Escribo porque una vez que he comenzado una novela, un ensayo, una página, quiero terminarlos. Quiero terminar con esto. Escribo porque todo el mundo espera que yo escriba. Escribo porque tengo una devoción infantil por la inmortalidad de las bibliotecas y por la manera en que mis libros se asentarán en los estantes. Escribo porque es emocionante verter en palabras todas las bellezas y riquezas de la vida. Escribo porque quiero escapar del presentimiento de que hay un lugar al que debo ir, tal como en un sueño, y no puedo llegar allí del todo. Escribo porque nunca he sabido ingeniármelas para ser feliz. Y escribo para ser feliz."
Entonces, nuestro primer ejercicio puede ser ¿por qué escribo? ¿Por qué escribiría?
Algunas razones para escribir pueden coincidir con las de Pamuk. Otras no. Sólo por comenzar, puede que escribamos para:
- Ordenar nuestras ideas.
- Aprender a escribir.
- Difundir ideas.
- Comunicarnos con alguien determinado.
- Hacernos famosos.
- Quitarnos algo de encima.
- Porque nos gusta.
- Para poder ir a tertulias literarias.
Pero cada uno tiene sus razones. Si esas razones son válidas o no, es cosa de cada uno, aunque es cierto que dependiendo de ellas tendremos que ir por unas vías o por otras. No se trabaja igual una carta que un cuento que un poema. Una vez tengas la lista de las razones, puede que te venga bien tenerlas pegadas en la nevera, o escritas en la primera página de un cuaderno en el que escribas, o en una ficha que puedas repasar cada día. Eso siempre anima, porque lo que queda claro es que escribir exige disciplina, como lo hace un arte marcial, ir al gimnasio, dejar de fumar…
¿QUÉ SON LA ESCRITURA CREATIVA Y LA ESCRITURA TERAPÉUTICA? ¿EN QUE SE PARECEN? ¿EN QUÉ SE DIFERENCIAN?
Es difícil describir qué es la escritura creativa, no se puede hacer sólo por la forma que toma, y no vale dividir entre ficción y no ficción como hacen en librerías, porque si uno hace una buena novela que describe hechos reales, no deja de estar haciendo escritura creativa. Toma varias formas, novelas, poesía, ensayo, guiones. No se consideraría escritura creativa un libro de texto, un ensayo, un artículo de periódico, una carta de hacienda. Así que quizás la diferencia entre la escritura creativa y el resto está en “cuanto puede aportar el autor al escrito”.
La escritura terapéutica coincide con lo que hemos visto antes para la creativa, quizás con la sutil diferencia de que ha de ser más íntima, que tiene como objetivo principal que nos sintamos mejor, que avancemos en algún punto. Así que yo diría que la escritura terapéutica es creativa, pero no toda la creativa es terapéutica.
Si queremos escribir para que nos lean:
- Probablemente nos autocensuremos.
- Seremos más puntillosos con la gramática, la ortografía, con la comprensibilidad
- Exige relecturas, pulir, purgar…
- Tendrá importancia lo que pueden pensar los demás.

Si escribimos como parte de una terapia
- No tenemos porque fijarnos tanto en los detalles “técnicos”
- Acabaremos por no censurarnos, lo que resulta más beneficioso.
- No tiene que importarnos si a alguien le va a gustar lo que escribimos, es para nosotros.

Como hemos dicho que la escritura terapéutica es una forma de escritura creativa, vamos a empezar por ahí. Tal vez. Después de que veas los beneficios, te decidas a escribir. Tal vez, después de haberte ejercitado, te decidas a saltar de esos textos tan íntimos a unos que quieras que lea alguien más.

ESCRITURA TERAPÉUTICA.
UNA PERSPECTIVA.
Casi todo lo que escribimos tiene un cierto poder reorganizador: una lista de la compra, una anotación en un calendario –un cumpleaños-, una etiqueta en una tartera, el nombre en un libro o un cuaderno son formas de organizar detalles de nuestra vida. Pero también lo son una nota de ánimo para un chaval que tiene que hacer un examen; una de amor… son formas de conducir la situación.
Quizás sea menos obvio en el caso de la escritura como forma o parte de una terapia, de una mejora, de una modificación, pero también es así. Está ampliamente demostrado que el simple hecho de “darle voz” – a veces lo diré como verbalizar - a los pensamientos resulta beneficioso. El escribir sobre algo que nos preocupa puede quitarnos peso de encima. No quiere esto decir que la escritura deba sustituir a las acciones en cualquier caso, sino que el impulso inicial, la energía vertida, nos resultará de utilidad. Unas veces será lo único que necesitemos o podamos hacer, otras, será el arranque que necesitamos para iniciar un camino, en cierta forma estaremos elaborando un mapa y pintando en él una línea a seguir.
Hay muchas técnicas de escritura terapéutica. Muchas beben de técnicas clásicas de la escritura creativa. De hecho, la escritura creativa y la escritura terapéutica están tan unidas que ha habido grandes de la literatura que han escrito textos en los que no hay diferencia entre las dos funciones. Los dos que más se citan, son Paula , de Isabel Allende, una novela que fue escrita para ayudarse a superar la muerte de su hija, y Funés el Memorioso , un cuento de Jorge Luis Borges que según el mismo dijo, le curó un insomnio recalcitrante.
Si acudes a un taller literario, por ejemplo, te dirán que la escritura de este tipo es una aberración, que no se deben mezclar. Bueno, hay ejemplos clarísimos de que no es así. Pero a veces, es mejor callarse. Otro ejemplo famoso es James Ellroy, el hombre que escribió L.A. Confidencial, o la Dalia Negra – que son dos grandes novelas policiacas. Comenzó a escribir este tipo de novelas impulsado por el desarrollo de su vida.
Pero aquí no queremos establecer aquí bases para la novela moderna ni para que buscar la escritura como camino a la fama. Eso son misterios por desvelar. Las editoriales agonizan, los críticos y el público se llevan fatal en cuanto a lo que hay que leer… lo que buscamos es que tengas claro unas cuantas cosas:
1. Que la escritura puede ayudar con algunos problemas ya sea mejorando o previniendo y determinar un camino a seguir.
2. Algunas técnicas para empezar.
Hay muchos estudios que han demostrado que la escritura ayuda con el estado de ánimo en general. Un referente es un señor con un apellido muy gracioso, Pennebacker, pero ha habido varios más. En cualquier caso, probar no va a hacernos ningún daño. Mi experiencia personal es positiva. A mí me ayuda. Escribo a veces ficción, pero también tomo bolígrafo y papel y escribo listas de cosas para hacer, como he reaccionado en una entrevista, en un curso. Puede que esta experiencia se convierta en objeto de algún párrafo e incluso alguna página en el futuro próximo. Al escribir, reorganizo mis ideas, las elaboro, por lo que las recuerdo mejor. A veces un estudiante que se hace una buena chuleta no necesita usarla. A veces, leyendo lo escrito puedo sacar una conclusión útil: - esto saldría mejor si la próxima vez lo hiciera de esta otra manera –. Otras, escribiendo se saca uno cosas de la cabeza que ocupan lugar. Eso que decían las abuelas no es verdad. Cada vez estamos más seguros de que somos como los ordenadores. Muy potentes, pero con límites. Además, por muy potentes que seamos, si algo nos tiene la cabeza muy ocupada, si toma esa “posición al frente” se vuelve imposible de superar. A veces incluso requiere que pidamos ayuda. Escribir nos puede ayudar con ello, aunque insisto en que no debemos sustituir la acción por la escritura. Pero tal vez la escritura nos pueda hacer ver mejor la acción.
En primer lugar, tengámoslo claro:
Escribir en sí es una ayuda.

EJERCICIOS BÁSICOS DE ESCRITURA TERAPÉUTICA.
EL DIARIO PERSONAL (Ejercicio construído a partir del manual de Mahoney de Psicoterapia Constructivista)
Baldwin tenía dos reglas para escribir un diario: poner la fecha de las anotaciones y no ponerse más reglas. Un diario sencillo en el que escribir, un día una idea, un día narrativa, un día un poema. Cualquier cosa es válida siempre que se refiera a la experiencia.
Los diarios son herramientas mucho más comunes de lo que puede parecer: los deportistas llevan diarios en los que dice las marcas, los ejercicios que hacen, lo que comen. Se ha demostrado que el simple hecho de anotar las cosas provoca un efecto de reacción. Por ejemplo, un diario en el que anotamos lo que comemos. Cuando tenemos que anotar todo lo que comemos, resulta que reaccionamos comiendo mejor de lo que lo haríamos si no tuviésemos que anotarlo. Es como si quisiéramos quedar un poco mejor con nosotros mismos.


LA NARRACIÓN DE EXPERIENCIAS PERSONALES (Extraído y reconstruído de Pennebacker)
Ahora vamos a ver el consejo por ejemplo que nos da Pennebacker, un teórico con mucha difusión, para sacar beneficios de la escritura. Además, añadiremos una forma de generar ideas que no es ortodoxa y que está de moda –y es que ni la literatura ni la psicología se libran de las modas- y que a mucha gente le gusta, que son los mapas mentales, que creó Tony Buzan.
Los consejos de Pennebaker :
  • Escribe sin parar.
  • Al menos quince minutos.
  • Cuatro días a la semana mejor que tres, cinco mejor que cuatro. Unos cuatro es lo que recomienda para algo concreto, para comenzar la chispa de un pequeño cambio.
  • No te preocupes por la gramática, no te preocupes por el orden, no te preocupes por el contenido, pro herir a alguien, el texto es para ti, es tuyo y sólo tuyo [bueno, aquí he metido de mi propia cosecha, porque yo he necesitado darme ese consejo repetidas veces]
  • Si te quedas en blanco, simplemente vuelve a contar lo que has contado antes. Por supuesto, no te preocupes si cambias las frases. Eso aún lo enriquece más.
Escribe sobre:
  • Lo que te preocupe mucho actualmente.
  • Algo que sueñes con hacer.
  • Algo que pienses que te afecta negativamente: el tabaco, una relación con la que crees que no estás lidiando bien…
  • Algo que estés evitando
  • Se completamente honesto contigo mismo.
  • Cuando termines de escribir, si has empezado por algo muy profundo es posible que te sientas muy triste. Si en los próximos días no cambia, deja de escribir sobre ello, plantéate otras opciones.
Puedes:
  • Guardarte lo que has escrito. Analizarlo más tarde. Leerlo con el tiempo para ver cómo has cambiado.
  • Quemarlo en un bonito ritual mágico.
  • Meterlo en una botella. Simplemente tirarlo.
  • Lo importante es que lo escribas.
  • Después de escribir, nos plantea unas preguntas que podemos hacernos.
  • ¿Cómo de personal era lo que he escrito?
  • ¿A cuanta gente le he hablado de ello?
  • ¿He revelado muchas cosas? ¿He descubierto algo?
  • ¿Cuánto de esto me gustaría contar? ¿A quién?
  • ¿Cuánto he hecho por no contarlo? ¿Lo he estado evitando? ¿He mentido?
  • ¿Cómo me siento sobre lo que he escrito?
  • ¿Qué síntomas físicos tengo? ¿Me duele algo? ¿Lloro? ¿Me río? ¿Me canso?
De este cuestionario puedes sacar muchos datos. ¿Me encuentro mejor después de escribir? ¿Sí? Pues hay que seguir este camino. ¿Hay algo que pueda hacer para conseguir ese sueño sobre el que he escrito? ¿Hay algo que pueda hacer para no sentir ese dolor? ¿Puedo acudir a esa lista de personas a las que me gustaría habérselo contado? ¿Tengo que superar algún miedo? ¿Me conviene escribir sobre ese miedo?
Ahora imagina que has escrito sobre algo sobre lo que te sientes culpable. Quizás algo que no le hemos dicho a alguien. Pues hay una rama de la psicología – la constructivista- que propone para eso un ejercicio que a mí personalmente me parece precioso: Escribir una carta. Sí, las cartas son un medio de expresión que hasta la llegada de Twitter, Facebook, los SMS, los móviles, era más habitual, porque era barata, porque podías hacer que contuviese mucha información, porque podías complementarla – en un sms no puedo añadir un dibujo de mi puño y letra, un acto más íntimo de lo que parece, y si no infórmate sobre la grafología, o el análisis de los dibujos, yo mismo no soy un experto, pero os aseguro que por el lugar donde haces un dibujo en la página, el detalle, el contenido, hay quien saca datos de ti que tú mismo no tienes presentes -.
En cuanto a la forma de escribir. Este texto hemos dicho que es para nosotros. Que no hay que preocuparse por cosas como la estructura interna, la ortografía, etc. Así que vamos a ver “por encima” lo que es un mapa mental. Es una herramienta valiosa para la creatividad y vamos a hacer el más básico. Cuando quieras escribir sobre algo y generar muchas ideas, o tomar unos apuntes si estás estudiando algo, puedes usar esta técnica. Simplemente, en el centro de un papel, haces un dibujo, o pones una foto, o escribes el nombre de aquello sobre lo que quieres tratar. Se puede hacer con un ordenador, a mano, con colores.

Los mapas mentales permiten escribir de una forma más desordenada, más anárquica y creativa. No te limita lo que has escrito antes y por eso es más fácil romper la barrera estructural a la que nos somete el texto escrito de forma tradicional, o incluso las listas. Ya llegará si procede el momento de ordenarlo. Esta técnica es tan válida para un texto de ficción como para una lista de la compra. Si estás definiendo un personaje, puedes empezar a ponerle “pelos” por aquí y añadir: es delgado, es listo, su perro fuma.

LA ESCRITURA AUTORREGULATORIA.
A pesar de lo mal que puede sonar la palabra autorregulatoría, tenemos que echarle un vistazo a lo que es, porque según una prueba que hicieron un par de estudiosos, los doctores Linda Cameron y Gregory Nicholls, de la Universidad de Saint Joseph en Filadelfia, Pennsylvania. ayuda a algunas personas más en determinadas tareas. En concreto probaron con estudiantes. En el artículo nos decían: "la terapia de escritura" influye positivamente sobre la salud y el estado de ánimo, y puede ayudar a subir la media de los estudiantes. "La revelación de las experiencias estresantes a través de la escritura puede proporcionar beneficios terapáuticos para una proporción significativa de individuos"
Pruebas psicológicas corrientes dividieron a los estudiantes en optimistas (que según los investigadores tienen "tendencia a esperar resultados positivos bajo condiciones inciertas") o pesimistas (que "tienden a desarrollar expectativas negativas sobre los resultados").
Cameron y Nicholls pidieron a los estudiantes que realizaran uno de tres ejercicios escritos cortos durante un periodo de tres semanas.
Los estudiantes del primer ejercicio terapéutico de escritura, llamado "revelación", tenían que describir sus sentimientos y problemas en palabra escrita.
Los estudiantes del segundo grupo, llamado por los investigadores "autoregulatorio", tenían que escribir acerca de sus problemas, pero esta vez también debían incluir una lista de "cosas que hacer", "tres cosas que puedes hacer para tratar uno o más de estos problemas o retos".
Estudiantes del tercer grupo no terapéutico o de "control" tenían que escribir descripciones cortas de eventos cotidianos triviales de sus vidas.
Los investigadores entonces revisaron la salud física (calculada por número de visitas al médico) y la salud emocional según el propio individuo, de todos los estudiantes del estudio.
Descubrieron que "tanto las tareas escritas de los autoregulatorios como de los revelación condujeron a reducciones mayores de las visitas al médico", entre los estudiantes optimistas, comparados con los estudiantes del grupo de control.
Pero sólo la terapia de escritura autoregulatoria produjo un beneficio psicológico significativo tanto entre los estudiantes optimistas como en los pesimistas. Los participantes, que escribieron sobre sus problemas y sobre posibles soluciones constructivas, informaron que tenían "una estimulación de las percepciones de control sobre los problemas relacionados al centro de estudios" y "una reducción de las visitas al médico para los estudiantes pesimistas", según los autores del estudio.
Así que como veis las cosas más nimias pueden resultar demasiado poderosas.

LAS CARTAS NO ENVIADAS.(Ejercicio construído a partir del manual de Mahoney de Psicoterapia Constructivista)
Consiste en escribir una carta para alguien con quien ya no tienes relación – Kopp habla sobre todo de difuntos –. Este ejercicio tiene tres fases:
En la primera, hay que escribir una carta de nuestro puño y letra. De nuevo, se trata de un texto que es sólo para ti, por lo que no tienes que censurar nada, no hace falta tener miramientos, o vergüenza. Hay que ser muy sincero.
En la segunda fase, hay que imaginar que somos esa otra persona. Tenemos que cambiar de perspectiva. Entonces escribiremos una carta como si fuésemos esa persona. Es necesario hacer un gran trabajo, porque no estamos escribiendo lo que nosotros sentimos sino lo que consideramos que esa persona sentiría al escribir la carta. Una vez escrita, yo recomiendo coger un poco de distancia y pensar: ¿qué sentía esa persona? ¿Enfado? ¿Decepción?
La tercera fase consiste en escribir desde la perspectiva de esa persona pero poniendo en la tarea las cualidades más humanas de esa persona: si estaba enfadada, nos perdonará, si estaba decepcionada, nos dirá que quería que siguiésemos nuestro propio camino.

CUENTO TERAPÉUTICO (MÓNICA BRUDER)
La Dr. Bruder nos dice que: Se entiende por cuento terapéutico a todo cuento escrito por un sujeto a partir de la situación traumática más dolorosa que haya vivido y cuyo conflicto concluye con final “feliz” o positivo; es decir que la situación traumática vivida en el pasado se resuelve positivamente en el cuento.
En todo cuento terapéutico hay un conflicto que se resuelve. La escritura de un cuento terapéutico puede ser homologada a las etapas de un tratamiento psicológico
Los personajes del cuento representan al autor de dicho cuento, puesto en un lugar desplazado, como en los sueños. Los diferentes personajes de los cuentos son distintos aspectos del Yo (desplazamiento). Esto supone un cambio o vuelta a la propuesta de Pennebaker (1997) ya que en la escritura de situaciones traumáticas el que escribe es el yo de la persona. En cambio, en el cuento terapéutico, el protagonista es un yo narrativo, el sujeto es el personaje y es desde esta distancia donde se produciría lo terapéutico. Al escribir un cuento terapéutico, los sujetos alternan la 1º y la 3º persona "sin darse cuenta" en el momento de la creación del mismo. Este juego de persona/ personaje ayudaría a provocar este cambio en el bienestar de los sujetos.
El conflicto que se resuelve en el cuento terapéutico se presenta como una fotografía, como una condensación de lo vivido en forma traumática por el sujeto y que termina finalmente. El cuento terapéutico es afecto. Al señalar que el cuento es afecto, se incluyen tanto los afectos positivos como negativos.
¿Por qué con final positivo?
[…] se considera que el final "feliz" o positivo le permite al sujeto creador de ese cuento conectarse con los aspectos más saludables de su persona.
Si un sujeto pasa suficiente tiempo escribiendo, eventualmente encuentra los detalles correctos, descubre la frase apropiada y los finales buscados. El sujeto resuelve esa búsqueda a través de una resolución simbólica. El cuento terapéutico, cuento que un sujeto crea a partir de la situación más dolorosa que haya vivido en su vida y que la resuelve con final "feliz" o positivo, puede ser homologado a lo expresado por De Salvo en el párrafo anterior. Al comprometerse con la escritura, con el trabajo creativo, se permite pasar de la insensibilidad al sentimiento, de la negación a la aceptación, del conflicto y caos al orden y resolución, de la ira y pérdida a un crecimiento profundo. Del dolor a la alegría.
[…] Aristóteles veía a la felicidad como el uso más completo de los recursos físicos y mentales, como un proceso más que un resultado. En la escritura de un cuento terapéutico, el objetivo sería similar a esta definición: el cuento terapéutico es un proceso, que podría ayudar a aliviar a un sujeto atravesado por una situación traumática. No es un resultado en sí mismo. No tiene sentido hablar de felicidad como objetivo de vida porque no existe un modo consistente de perseguirla debido a la vaguedad de lo que significa ser "feliz" y de lo que provoca dicho estado. Como en el cuento terapéutico, la felicidad y la alegría podrían considerarse como resultado únicamente en un sentido temporario.
¿Cómo escribo un cuento terapéutico?
Hay que elegir un suceso que nos marque. A la hora de escribir sobre el mismo puedo hacer cambios de personajes, tiempos, lugares. Podemos convertirnos en astronauta, en animal, puede ser un cuento de hadas. Lo más importante es que reescribamos el final de esa historia que nos marcó. Tenemos que escribir un final feliz.
EL SIGUIENTE PASO.
El siguiente paso es analizar cómo nos sentimos. Si hemos ido a mejor, hay que perseverar. Entonces, puede que queramos convertir algunos textos en algo para los demás. Eso va a exigir trabajo, pero hay pocas cosas que no cuesten trabajo y que dejen un verdadero poso de satisfacción.

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1. (Extracto de Paula, de Isabel A) Paula me señaló el arroyo, vi rosas frescas tiradas en la orilla y un polvo blanco de huesos calcinados en el fondo y oí la música de millares de voces susurrando entre los árboles. Sentí que me sumergía en esa agua fresca y supe que el viaje a través del dolor terminaba en un vacío absoluto. Al diluirme tuve la revelación de que ese vacío está lleno de todo lo que contiene el universo. Es nada y es todo a la vez. Luz sacramental y oscuridad insondable. Soy el vacío, soy todo lo que existe, estoy en cada hoja del bosque, en cada gota de rocío, en cada partícula de ceniza que el agua arrastra, soy Paula y también soy yo misma, soy nada y todo lo demás en esta vida y en otras vidas, inmortal. Adiós, Paula, mujer. Bienvenida, Paula, espíritu.
2. (Extracto de Funés el Memorioso, de Borges) Más recuerdos tengo yo solo que los que habrán tenido todos los hombres desde que el mundo es mundo. Y también: Mis sueños son como la vigilia de ustedes. Y también, hacia el alba: Mi memoria, señor, es como vaciadero de basuras.

3. http://homepage.psy.utexas.edu/HomePage/Faculty/Pennebaker/Home2000/WritingandHealth.html

jueves, 28 de agosto de 2008

¿Cuál es mi fuerza para esperar aún? ¿Y cuál mi fin para que tenga aún paciencia?” (Job 6.11)
You see things vacationing on a motorcycle in a way that is completely different from any other. In a car you're always in a compartment, and because you're used to it you don't realize that through that car window everything you see is just more TV. You're a passive observer and it is all moving by you boringly in a frame.
On a cycle the frame is gone. You're completely in contact with it all. You're in the scene, not just
watching it anymore, and the sense of presence is overwhelming. That concrete whizzing by five inches below your foot is the real thing, the same stuff you walk on, it's right there, so blurred you can't focus on it, yet you can put your foot down and touch it anytime, and the whole thing, the whole experience, is never removed from immediate consciousness.


Robert M. Pirsig in Zen and the Art of Motorcycle Maintenance

lunes, 4 de agosto de 2008

Repasaba el otro día una tonelada de recortes, escombros de una mala costumbre o dos- aplazamiento, una de ellas, sin duda – encontré algunos de esos consejos que se dan -¿damos? – los que escribimos de psicología y de autoayuda – no siempre son la misma cosa – Eran de gente reputada. No voy a dar nombres. Cada uno tiene derecho a encontrarse con sus propias piedras. Algunos de ellos… algunos de ellos me provocaron un cierto malestar, semejante al que provoca un buen trago de leche en mal estado, creo. No por malos, que algunos eran buenos en su contexto – y todo tiene sentido sólo dentro de su contexto- .
En un artículo sobre personal branding leí que un profesional debería ser capaz de extractar lo que es en lo que tarda un ascensor en hacer el recorrido. Me aterroricé pensando lo que significaría describir lo que somos en el tiempo que tarda un ascensor en hacer subir no uno, sino veinte pisos.

Soy humano… er… falible, dichoso a veces, desgraciado otras…

Intentar ese ejercicio es válido para un contacto profesional, tal vez. Hacerse tarjetas de visita con pintorescas descripciones es, ha sido y será un reclamo – que a veces nos hará pasar por petulantes, pretenciosos y otras palabras con p- pero intentarlo con la propia identidad.
Voy a cambiar de trabajo. No es un gran salto a un puesto en el que cobrar el doble, sólo es un viaje a un destino que no he visitado. Lo he conseguido con un Currículum – y mientras intento contar mi propia experiencia el MS Word se empeña en cambiar mis palabras por otras que le parecen mejores – en el que he puesto mucho de mí mismo, pero aún así, se me ha quedado corto.

¿Lo que de verdad puedo aportar a su empresa? ¿Puedo poner entusiasmo en el CV? ¿Puedo decir que tengo un sentido del humor decente? ¿Unos sólidos valores? Creo que además tengo algo de imaginación, pero eso lo dice todo el mundo ¿no? Debe salir en todos los manuales…

Me he propuesto un ejercicio: escribir un CV de verdad. Será como jugar a aquello de “El juego de la vida” – creo que se llamaba así- pero con palabras. Me recuerda a aquello del psicoanálisis y el autoconocimiento.

¿Autoconocimiento? ¿Para qué? ¿Y si cuando me conozca no me caigo bien?

Ya sé que repito el chiste con frecuencia, pero es que es así. El autoconocimiento sirve para defenderse de uno mismo, para superarse, para no meterse en líos.

Repasaba el otro día mi pila de papel con recortes y me dije:

tira de una vez alguna cosa.

Lo he conseguido. He tirado muchas cosas. Los huecos los he tenido que rellenar con cosas tan inútiles como las anteriores. Es parte de las cosas que sé de mí – mi autoconocimiento-. Guardo muchas cosas que leer. Páginas y páginas de las que sólo se puede sacar una página. Espero poder compartirlas.



No puedo leer a Tom Peters. Es reduccionista. Los fans que conozco de Tom Peters han resultado ser decepcionantes. Esto no significa que si conozco a alguien que sea fan de Tom y me saque de mi error no vaya a rectificar. Igual he conocido alguno que no me lo ha dicho… en fin. A ver si estrenan Batman. Se me hace eterno. No debería confesar lo que me gusta el cine comercial, pero es que los superhéroes me recuerdan a mi padre –no, no es por las semejanzas: mi padre se parece más a Landa en “El Crack” que a Batman, además, las mallas le siguen pareciendo un poco afeminadas, pero me traía tebeos-.
Me apetece dibujar, pero no tengo claro qué. Además, hay que ver como se pasa el verano.
Me cambio de curro, sí. Lo que más me j… es que es cierto que tiene que suceder una crisis para que te muevas. En medio de las crisis es cuando tomo acciones para todo. No consigo ligar frases con sentido… esto debe ser óxido.
A partir de mañana dejo de aplazar las cosas.
Tengo que escribir más.
El amor y la muerte los dejo para otro rato. El amor me trató mal hace un tiempo... pero ya no.

sábado, 7 de junio de 2008

Otro objeto.

No me olvidé de este rincón del mundo, sólo lo cerré por que estaba en una embarcación de lugares cotidianos. No he encontrado de bruces una ballena blanca, pero sí más de un capitán y capitancillo cojo que buscan imposibles con desesperación por razones equivocadas.

Hasta he encontrado grumetes que ensucian la cubierta.

Dejo las metáforas, son confusas. He tenido mucho curro, y no me gusta demasiado mi trabajo. HE tenido exámenes en junio, y no me han salido muy bien.
No es que esté muy contento, pero como dijo Flauvert:

"Ser estúpido, egoísta y estar bien de salud, he aquí las tres condiciones requeridas para ser feliz, pero si os falta la primera, estáis perdidos"

domingo, 6 de abril de 2008

Carceleros, encarcelados, maldad.

El experimento de la cárcel de Stanford. Llevado a cabo por Zimbardo, éste experimento sobre la maldad llegó a dar lugar a una película.