jueves, 25 de octubre de 2007

Cerebro y decisiones prácticas...una de tantas aproximaciones

Leo en un artículo de un diario, que acaban de publicar un libro que relaciona el uso del cerebro y la economía. Dice que el cerebro no suele ser un buen consejero. Se refiere al cerebro en conjunto, incluyendo al sistema nervioso más primitivo. Nada de invertir en bolsa con miedo. Supongo que tiene razón, aunque lo que supe de economía lo intenté olvidar por decaimiento –así me va en el plano material-- . Dice algo que debería aplicar a muchas cosas en la vida, que no debemos procesar a través del miedo. Yo lo hago extensible: no deberíamos procesar a través de la culpa, del miedo, de la excitación sexual o del hambre cuando hablamos de dinero, de trabajo, del largo plazo. Nos lo dicen también los nutricionistas, nada de ir al super con el estómago vacío.

En general, como diría El Buda, si hacemos algo sujetos a emociones intensas, actuaremos como el hombre ebrio, que todo lo hace con la percepción que le da su intoxicación.

Yo soy de los que hacen lo que no dicen y dicen lo que no hacen. Es divertido no predicar con el ejemplo, pero me apunto a intentar dejar las emociones para los momentos en el que son necesarias: el miedo para cuando me persiga un perro, el hambre para la cocina de mamá, la excitación…

…bueno, estoy estudiándome eso del tantra.

lunes, 15 de octubre de 2007

Como sabéis alguno de mis dos lectores, de cuando en cuando, me gusta escribir. Aunque tengo que librar una auténtica batalla, aquella que ha de librarse contra la pereza y la procrastinación, de cuando en cuando consigo verter un par de páginas. Desde las páginas de mis amigos sincolumnistas, y desde esta misma bitácora he dicho alguna vez que no es lo mismo escribir con fines lúdicos que con fines terapéuticos. Es algo que sigo manteniendo. Lo contrario puede traer más frustración que otra cosa al “autor”. La autora americana Natalie Goldberg, hace una lista de razones para escribir en su libro El rayo y el trueno. Pasión y oficio de escribir. Es una buena idea que hagamos nuestra propia lista, aunque esta es bastante completa…

1. Porque soy un cretino

2. Porque quiero darle una buena impresión a los chicos

3. Para darle gusto a mi madre

4. Para molestar a mi padre

5. Porque cuando hablo nadie me escucha

6. Para hacer la revolución

7. Para escribir una gran novela y convertirme en millonaria

8. Porque soy neurótico

9. Porque soy la reencarnación de Shakespeare (Cervantes para nosotros)

10. Porque tengo algo que decir

11. Porque no tengo nada que decir.

martes, 9 de octubre de 2007

Vacaciones de uno mismo

Para tomarse unas buenas vacaciones de uno mismo, no basta con ir a un tour operador baratito que nos venda uno de esos viajes en los que se hace un exhaustivo repaso a toda Europa en pocos días, consiguiendo cansancio, confusión, olor a bocata y un profundo desconocimiento sobre lo que has intuido que has llegado a ver. No son convenientes largas colas frente a galerías de arte, por muy recomendables que estas sean y mucho que pueda gustarnos. Unas vacaciones de uno mismo requieren de preparación y disciplina, mucha disciplina. No debemos confundir las vacaciones de uno mismo con el encuentro del verdadero yo, eso que hace el que se busca a sí mismo, expresión incorrecta que es la que, sin duda, ha llevado a más de uno a recorrer grandes distancias con tal objetivo, cuando resulta obvio que uno no puede encontrarse en un lugar en el que jamás ha estado, y en caso de hacerlo, puede suponer que el problema es bastante más grave de lo que puede abordar en solitario. El asunto de buscarse a uno mismo, tiene que ver con el self, con el auto-conocimiento, con el Dasein, el estar en el mundo. El problema de las vacaciones, bien puede tenerlo alguien que haya alcanzado una etapa de desarrollo espiritual superior, que ya comience a conocerse, y que, sencillamente, no se guste. No hablamos de un no gustarse absoluto, global, sino de un cierto cansancio que exige tomar distancia. Si se tratase de un completo odio a uno mismo, no serían vacaciones, sino de un escapar, librarse de, prescindir de uno mismo.

Por otra parte, es posible que sean sólo unas cuantas de las cosas que surgen en nuestra vida las que nos puedan provocar ganas de salir pitando delante de nosotros mismos, un conocimiento profundo sobre nuestra compulsión hacia el sexo, la comida, la bebida, un contexto del que no sabemos librarnos, un mal trabajo, una relación de pareja tortuosa o aburrida. Las vacaciones pueden tener como objetivo descansar de esta situación y volver a ella, porque de hecho nos motiva, o porque hemos resuelto que no sabemos solucionarla, o tomar fuerza para librarnos de ella.

Las drogas pueden parecer un buen vehiculo para tomarse ese descanso que necesitamos. Hay drogas que provocan distorsiones preceptúales, estados alterados de conciencia, relax, estas serían las drogas a elegir, en el caso de seguir este camino. Se recomienda para aquellos que elijan esta opción, el LSD, las setas alucinógenas, el peyote, y mucha marihuana, que siempre es un buen recurso. Si no se sabe fumar, para eso está el pastel de chocolate elaborado con ella, ya que la grasa del cacao, permite una mayor absorción de los THCs, que son lo rico de los canutos, pipas, petas en general. Aunque en general, recomendaríamos el uso de un gurú, chamán, guía espiritual o algo parecido para estos casos, porque podríamos pasarnos o no llegar a nuestro lugar de destino. No debemos tomar euforizantes. Los euforizantes nos permiten ser nosotros mismos más deprisa lo cual está explícitamente recomendado que no hagamos en el prospecto. Dentro del capítulo de las drogas, algunos meten las bebidas espirituosas. No es conveniente que estén en la misma lista, por cuestiones logísticas. Las drogas, por cuestiones en las que no vamos a meternos, pero que tienen que ver generalmente con ese afán represor que se ha tenido desde todos los estamentos sobre todo lo que era divertido, suelen estar prohibidas en todos los países que consideramos civilizados, por lo que es conveniente conseguirlas de fuentes de confianza, ya que un gran problema de lo ilegal, es que llega adulterado. El alcohol, sin embargo, está fuertemente arraigado en casi todas alas culturas, y se puede adquirir una marca decente en cualquier gran superficie. El alcohol, es un inhibidor, y en ciertas cantidades, nos puede hacer aflorar, es decir, ser nosotros mismos, lo cual está reñido con nuestras vacaciones, sin embargo, a más de uno le puede suponer un descanso, ya que su yo puede estar sufriendo de tantas represiones, que en realidad, las vacaciones se las pretenden tomar de esa persona que no son ellos pero cuyo papel representan continuamente.



Ya en serio. Hay que hacer mucho ejercicio para poder centrarse.



lunes, 1 de octubre de 2007

Karma

El Karma es un concepto ligado al budismo, complejo, incompatible con algunas creencias en su contenido religioso, pero no así como concepto sobre el devenir universal. Yo veo el Karma ampliamente relacionado con la archifamosa teoría del caos. Todo lo que haces se integra en el flujo de los acontecimientos como causa. Recordemos que en budismo, todo está influido o causado por un contexto y no es lo mismo el objeto en sí que sus causas, es decir, no es lo mismo la acción integrada que los efectos que provoca finalmente. Lo que haces, provoca unos efectos que acaban revirtiendo en ti mismo. No quiere esto decir que todo lo que te sucede sea efecto de lo que haces. Además, en la doctrina budista se distingue según la contribución al Karma haya sido por vía espiritual, física, intelectual, etc.

Llevándolo a términos cómicos, a partir del concepto del karma, se creó la serie “Me llamo Earl” que a mí personalmente, me encanta.

Pero la razón por la que el Karma me parece importante, es porque la existencia de un flujo, de una corriente de existencia en la que tenemos influencia, es cierta, es indiscutible, y no sólo nuestra forma de influir, sino también nuestra intención –desde la pasión, desde el sosiego, para crear, para destruir, para vencer, para colaborar, para compartir, para completar…-- tendrá unos efectos que quizás no podamos controlar, pero que en mil ocasiones de cada mil cien, estarán acorde con nuestra aportación.