jueves, 28 de agosto de 2008

¿Cuál es mi fuerza para esperar aún? ¿Y cuál mi fin para que tenga aún paciencia?” (Job 6.11)
You see things vacationing on a motorcycle in a way that is completely different from any other. In a car you're always in a compartment, and because you're used to it you don't realize that through that car window everything you see is just more TV. You're a passive observer and it is all moving by you boringly in a frame.
On a cycle the frame is gone. You're completely in contact with it all. You're in the scene, not just
watching it anymore, and the sense of presence is overwhelming. That concrete whizzing by five inches below your foot is the real thing, the same stuff you walk on, it's right there, so blurred you can't focus on it, yet you can put your foot down and touch it anytime, and the whole thing, the whole experience, is never removed from immediate consciousness.


Robert M. Pirsig in Zen and the Art of Motorcycle Maintenance

lunes, 4 de agosto de 2008

Repasaba el otro día una tonelada de recortes, escombros de una mala costumbre o dos- aplazamiento, una de ellas, sin duda – encontré algunos de esos consejos que se dan -¿damos? – los que escribimos de psicología y de autoayuda – no siempre son la misma cosa – Eran de gente reputada. No voy a dar nombres. Cada uno tiene derecho a encontrarse con sus propias piedras. Algunos de ellos… algunos de ellos me provocaron un cierto malestar, semejante al que provoca un buen trago de leche en mal estado, creo. No por malos, que algunos eran buenos en su contexto – y todo tiene sentido sólo dentro de su contexto- .
En un artículo sobre personal branding leí que un profesional debería ser capaz de extractar lo que es en lo que tarda un ascensor en hacer el recorrido. Me aterroricé pensando lo que significaría describir lo que somos en el tiempo que tarda un ascensor en hacer subir no uno, sino veinte pisos.

Soy humano… er… falible, dichoso a veces, desgraciado otras…

Intentar ese ejercicio es válido para un contacto profesional, tal vez. Hacerse tarjetas de visita con pintorescas descripciones es, ha sido y será un reclamo – que a veces nos hará pasar por petulantes, pretenciosos y otras palabras con p- pero intentarlo con la propia identidad.
Voy a cambiar de trabajo. No es un gran salto a un puesto en el que cobrar el doble, sólo es un viaje a un destino que no he visitado. Lo he conseguido con un Currículum – y mientras intento contar mi propia experiencia el MS Word se empeña en cambiar mis palabras por otras que le parecen mejores – en el que he puesto mucho de mí mismo, pero aún así, se me ha quedado corto.

¿Lo que de verdad puedo aportar a su empresa? ¿Puedo poner entusiasmo en el CV? ¿Puedo decir que tengo un sentido del humor decente? ¿Unos sólidos valores? Creo que además tengo algo de imaginación, pero eso lo dice todo el mundo ¿no? Debe salir en todos los manuales…

Me he propuesto un ejercicio: escribir un CV de verdad. Será como jugar a aquello de “El juego de la vida” – creo que se llamaba así- pero con palabras. Me recuerda a aquello del psicoanálisis y el autoconocimiento.

¿Autoconocimiento? ¿Para qué? ¿Y si cuando me conozca no me caigo bien?

Ya sé que repito el chiste con frecuencia, pero es que es así. El autoconocimiento sirve para defenderse de uno mismo, para superarse, para no meterse en líos.

Repasaba el otro día mi pila de papel con recortes y me dije:

tira de una vez alguna cosa.

Lo he conseguido. He tirado muchas cosas. Los huecos los he tenido que rellenar con cosas tan inútiles como las anteriores. Es parte de las cosas que sé de mí – mi autoconocimiento-. Guardo muchas cosas que leer. Páginas y páginas de las que sólo se puede sacar una página. Espero poder compartirlas.



No puedo leer a Tom Peters. Es reduccionista. Los fans que conozco de Tom Peters han resultado ser decepcionantes. Esto no significa que si conozco a alguien que sea fan de Tom y me saque de mi error no vaya a rectificar. Igual he conocido alguno que no me lo ha dicho… en fin. A ver si estrenan Batman. Se me hace eterno. No debería confesar lo que me gusta el cine comercial, pero es que los superhéroes me recuerdan a mi padre –no, no es por las semejanzas: mi padre se parece más a Landa en “El Crack” que a Batman, además, las mallas le siguen pareciendo un poco afeminadas, pero me traía tebeos-.
Me apetece dibujar, pero no tengo claro qué. Además, hay que ver como se pasa el verano.
Me cambio de curro, sí. Lo que más me j… es que es cierto que tiene que suceder una crisis para que te muevas. En medio de las crisis es cuando tomo acciones para todo. No consigo ligar frases con sentido… esto debe ser óxido.
A partir de mañana dejo de aplazar las cosas.
Tengo que escribir más.
El amor y la muerte los dejo para otro rato. El amor me trató mal hace un tiempo... pero ya no.

sábado, 7 de junio de 2008

Otro objeto.

No me olvidé de este rincón del mundo, sólo lo cerré por que estaba en una embarcación de lugares cotidianos. No he encontrado de bruces una ballena blanca, pero sí más de un capitán y capitancillo cojo que buscan imposibles con desesperación por razones equivocadas.

Hasta he encontrado grumetes que ensucian la cubierta.

Dejo las metáforas, son confusas. He tenido mucho curro, y no me gusta demasiado mi trabajo. HE tenido exámenes en junio, y no me han salido muy bien.
No es que esté muy contento, pero como dijo Flauvert:

"Ser estúpido, egoísta y estar bien de salud, he aquí las tres condiciones requeridas para ser feliz, pero si os falta la primera, estáis perdidos"

domingo, 6 de abril de 2008

Carceleros, encarcelados, maldad.

El experimento de la cárcel de Stanford. Llevado a cabo por Zimbardo, éste experimento sobre la maldad llegó a dar lugar a una película.

martes, 8 de enero de 2008

El estrés es un gran conocido de vista. Digo esto porque a veces parece que olvidamos que el estrés, es adaptativo, es decir, el estrés en sí mismo no es ni bueno ni malo. Un poco de estrés motiva. Un poco de estrés salvó la vida de nuestro antepasado cavernario y un poco de estrés te impulsará a comprar comida y a sobrevivir con algo más que los hielos de la nevera. Es cuando nos pasamos de rosca cuando nos rompemos, cuando ya no podemos más, cuando el sistema se agota y quiebra. Hay muchas escalas para medir el estrés. En ellas suele haber elementos comunes, eventos desencadenantes de estrés.

¿Sabíais que el estrés lo desencadenan también los sucesos “buenos”? ¿Sabíais que comer es algo que estresa realmente el organismo? No voy a entrar a narrar nada sobre los torrentes hormonales, ni sobre los diferentes modelos del estrés que existen, hoy no. Hoy sólo os menciono el test de Holmes-Rahe

1 Muerte del cónyuge
100
2 Divorcio
73
3 Separación
65
4 Privación de la libertad
63
5 Muerte de un familiar próximo
63
6 Enfermedad o incapacidad, graves
53
7 Matrimonio
50
8 Perder el empleo
47
9 Reconciliación de la pareja
45
10 Jubilación
45
11 Enfermedad de un pariente cercano
44
12 Embarazo
40
13 Problemas sexuales
39
14 Llegada de un nuevo miembro a la familia
39
15 Cambios importantes en el trabajo
39
16 Cambios importantes a nivel económico
38
17 Muerte de un amigo íntimo
37
18 Cambiar de empleo
36
19 Discusiones con la pareja (cambio significativo) 35
20 Pedir una hipoteca de alto valor
31
21 Hacer efectivo un préstamo
30
22 Cambio de responsabilidades en el trabajo 29
23 Un hijo/a abandona el hogar, matrimonio, universidad 29
24 Problemas con la ley
29
25 Logros personales excepcionales
28
26 La pareja comienza o deja de trabajar
26
27 Se inicia o se termina el ciclo de escolarización 26
28 Cambios importantes en las condiciones de vida 25
29 Cambio en los hábitos personales
24
30 Problemas con el superior
23
31 Cambio en condiciones de trabajo
20
32 Cambio de casa
20
33 Cambio a una escuela nueva
20
34 Cambio en la forma o frecuencia de las diversiones 19
35 Cambio en la frecuencia de las actividades religiosas 19
36 Cambio en las actividades sociales
18
37 Pedir una hipoteca o préstamo menor
17
38 Cambios en los hábitos del sueño
16
39 Cambios en el número de reuniones familiares 15
40 Cambio en los hábitos alimentarios
15
41 Vacaciones
15
42 Navidades
12
43 Infracciones menores de la ley
11

Las puntuaciones de los eventos que os estén sucediendo (un año suele ser el limite temporal hacia atrás) se suman. Si el resultado es mayor de 300, es terrible, si es mayor de 200, para asustarse, hasta 150, vale, parece ser lo normal, pero hay que cuidarse más, y si es menos, el reisgo es menor.

Recordad, esto no sustituye a la terapia, es sólo una orientación...

ACTUALIZACION: El comentario de Paula me recuerda, que estos no sólo no son los únicos factores, sino que se recomienda completar la escala con puntuaciones análogas a situaciones equiparables.

Por poco científico que parezca...

Ya sabéis... el estres es como un gas, ocupa todo el espacio que le dejes --en realidad, en la cita original es el dolor, pero hago lo que puedo--

martes, 1 de enero de 2008

2008-01-01


Repasando notas desde mi cubículo, he encontrado un interesante artículo en el NY Times -- sí, ya sé que lo menciono en la entrada anterior, pero esta lectura fue previa-- que trata sobre elaborar las decisiones –eso incluye las malas decisiones- que hemos hecho en la vida. Ese es el camino a madurar:

“To elaborate on loss, to look for some insight in it, is not just what a psychologically mature person does (...) It’s how a person matures. That’s what the studies show.”

Las personas que son capaces de hacerlo desarrollan una característica que en el artículo llaman “complejidad” y que, como bien indican, es la clase de cosa que te mataría en un incendio en el que hay que dejarse llevar por el instinto, pero que en el largo plazo es saludable.

Voy a elaborar mis pasadas decisiones, tengo cosas que absorber, y alguna que enmendar.

Be complex, my friend.

Año nuevo, vida nueva

Si alguno de los lectores de esta bitácora, que ya deben ascender a tres o cuatro, ha usado alguna de las herramientas expuestas en ella, o en la columna semanal de www.sincolumna.com no se sorprenderá de leer este artículo de EL PAIS.
El artículo comienza así:
Investigadores de la universidad británica de Hertfordshire han descubierto las claves para lograr cumplir los buenos propósitos para el año nuevo, según informa el diario The Guardian. La investigación, dirigida por Richard Wiseman, del mencionado centro docente, apunta que algo tan simple como formular en voz alta aquellos aspectos en los que queremos mejorar antes de la noche de fin de año incrementa las posibilidades de que trabajemos para su consecución durante el año que comienza. También ayuda mucho marcarse objetivos concretos con finalidades claras y prometerse un premio a modo de zanahoria. Y, sobre todo, contárselo a los allegados, que ejercen una importante presión social que te empuja a esforzarte. Los mismos expertos buscan ahora voluntarios para un segundo estudio similar.
Desde el articulo se invita a los lectores a participar en el experimento.
Para aquellos que dominen el idioma de Dan Brown --seamos sinceros, nada queda de Shakespeare en las páginas de los periódicos-- invito también a leer este artículo del NY times, mi último gran pasatiempo, que también versa sobre los propositos de año nuevo.

A proponerse.